OTRO DÍA MÁS DE «OLLAS»

La desaceleración de la economía, por efectos del COVID-19, tiene efectos sumamente nocivos, porque se ve reflejada en problemas de desempleo, en problemas de salarios, crecimiento de la delincuencia, etc. Y eso llega a aminorar el poder adquisitivo de los hogares. Son los más pobres y los más vulnerables los que se ven menos preparados ante la eventualidad de los eventos adversos. Esto está causando el hambre, y son las desigualdades en el ingreso y las desigualdades en el acceso a los activos productivos, como la tierra, los créditos, etc… y el acceso a los servicios básicos, como la salud. En países como este ese crecimiento no existe, no llega a los más pobres para que puedan disminuir sus problemas de hambre e inseguridad alimentaria. Esto significa que no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes: aun cuando no necesariamente padezcan hambre, se encuentran en mayor riesgo de padecer varias formas de malnutrición y mala salud.