PREVENCIÓN: LA ERA DE LOS ZOMBIES

Es archi sabido que cualquier sustancia que se consuma lleva por el camino de la dependencia furiosa, de la degradación física y de la muerte misma.
Desde aqui alertamos, informamos, intentamos poner blanco sobre negro en lo atinente a cualquier ensayo nuevo de sustancia tóxica, para PREVENIR. Pero, los asesinos silenciosos, cerebros distorsionados creadores de nuevas fórmulas letales, están siempre un paso adelante.
En estos días se viralizó una información acerca de una nueva combinación llamada “Cloud 9”, como la sustancia que convierte en zombie a quien la consume. Videos, notas, testimonios, una invasión de líneas e imágenes poblaron las redes sociales, los medios de “información” cibernéticos, etc. Cualquiera que ponga en el buscador de Youtube “Cloud 9” va a ser testigo de jóvenes retorciéndose, rascándose, moviéndose frenéticamente, huyendo, con la mirada aterrada a través de los ojos desencajados y exageradamente abiertos.
Lo más doloroso es observar que, quien está del otro lado de la camarita, grabando ese triste espectáculo, no hace nada más que mantener presionado el botón “rec” (grabar) del celular. No hace otra cosa. O sí: se ríe. Y comenta. Y asusta al zombie para que éste salga corriendo a los tumbos, lo más rápido que le permita su estado de alienación.
La sociedad, el mundo entero, están siendo presas de la deshumanización cruel y nefasta, producto de mentes enfermas que tiran a la “cancha” nuevos elementos que contribuyen a no mirar al de al lado, al que sufre, al que necesita ayuda. Ver a un “falopero” tirado en cualquier vereda es moneda corriente, parte del decorado y de la geografía. Ver a un borracho durmiendo en la calle, en medio de la mugre y los bártulos acumulados, no moviliza para, al menos, hacer una llamada a los teléfonos que ofrece el Estado (llamada gratuita, por cierto) porque “a ver si me acerco y me afana”.

Y aquellos que intentamos hacer algo por estas personas, abandonadas a su suerte por la desidia netamente humana, seguimos creyendo en que la solución existe. Llamamos a los teléfonos que ofrece el Estado, pedimos audiencia para llevar nuestras experiencias y métodos preventivos a escuelas, empresas, organizaciones barriales… Pero nada sucede. A nadie le importa.
Existen campañas previniendo sobre el cáncer de colon, el cáncer de mamas, el tratamiento de lunares, el HIV… Pero no hay campañas humanitarias. No hay una oferta de cómo ser más caritativo y solidario con el pobre infeliz que está librado a su suerte en cualquier rincón de la ciudad. Ah sí! Hay. Hay campaña de organizaciones religiosas (omito el nombre para no herir susceptibilidades) donde piden colaboración económica. Hay campaña de organismos internacionales que se desarrolla justo para el día del niño… Pero de las otras, no hay.
“¿Por qué no la hacés vos?” Es una pregunta recurrente, que tiene una respuesta contundente: una sola persona no puede, por más corazón que ponga. Se necesitan muchas manos, muchos hombros y muchos oídos para ayudar, contener y escuchar: personas que estén alineadas solamente con el amor al prójimo, con las ganas de modificar el presente y construir un futuro que incluya la solidaridad.
Y respecto de todo lo anterior, para justificar ese Editorial, me pregunto: ¿quienes son los zombies?
¿Son los que están sumergidos en la espiral del consumo, o somos todos los que hacemos la vista gorda? ¿Son los marginados sociales o somos los que tenemos techo, sueldo y comida? ¿Son los pobres “faloperos” o somos los que no los respetamos y consideramos como personas?
Las palabras fluyen por mi teclado, con el claro deseo de abrir mentes, de crear un pensamiento más misericordioso (si se quiere) para todos los que hoy respiran porque aún no les falló el corazón y porque no consiguen morirse, por más porquerías que se metan en su arruinado cuerpo.
Despertemos, gente. Mañana nos puede tocar a nosotros.

Lic. CLAUDIA BELDA
Especialista en Prevención y Asistencia
de conductas adictivas

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