PREVENCIÓN: COMO MATA LA DROGA SINTÉTICA

Cómo y por qué matan las drogas sintéticas
Sustancias como el éxtasis, la cocaína y las MDMA (metilendioxi-metanfetamina), que suelen consumirse en fiestas electrónicas como la Time Warp, que dejó un saldo de cinco chicos fallecidos por ingerirlas, entran en la clasificación de drogas simpático miméticas o adrenegénicas, porque activan el sistema nervioso autónomo simpático, que acelera todas las funciones del organismo.
Así, cuando un chico consume, su corazón late más veces, las respiraciones son más numerosas y su cuerpo entra en calor, y como el cerebro es autónomo, no puede controlar estas reacciones que se producen por sí solas.
Cuando el corazón se acelera a niveles muy altos, se puede llegar a la llamada taquicardia paroxística, que arranca y termina en forma aguda y puede aparecer tras el consumo de drogas ilícitas. En algunos casos también aparece fibrilación ventricular, cuando la sangre no se bombea desde el corazón y se produce la muerte cardíaca.
Drogas como el MDMA son también un tipo de anfetaminas, y cuando se las ingiere se le agrega al cuerpo dosis excesivas de adrenalina. Esto produce que el corazón bombee de manera constante hasta que entra en paro. Así, cuando deja de funcionar, la sangre vuelve para atrás, a los pulmones, y ocurre el edema pulmonar.
Pero los consumidores no notan las reacciones de su cuerpo, sino que sienten una exaltación muy grande. Se dice que este tipo de drogas son euforizantes porque tienen como objetivo principal aumentar la alegría. También se las llama empatógenas, porque favorece el contacto afectivo y corporal entre la gente.
Como el sistema nervioso simpático del joven está activado, empieza a sentir un movimiento desenfrenado, baila y con el ejercicio, el corazón se acelera aún más. También su temperatura corporal aumenta y transpira de forma excesiva. Por ese motivo los consumidores necesitan tomar mucha agua, en promedio entre un litro y hasta un litro y medio por pastilla.
Quienes toman entre una y dos pastillas por noche necesitan como mínimo dos litros de agua para evitar la deshidratación, que puede generar la muerte. Cuando no se la bebe en cantidad suficiente para disminuir la temperatura corporal, aparecen las convulsiones, cuya principal función es eliminar el calor del cuerpo.
La sobredosificación ocurre cuando las drogas vienen rebajadas, con sustancias que suelen ser tóxicas, como el talco y el polvo blanco que contienen los tubos fluorescentes en su interior. Cuando la droga no es pura, el chico se siente estafado porque “no le pegó” y busca otra dosis.
Si sustancias como la cocaína, el éxtasis o el MDMA se mezclan con alcohol se incrementa el peligro de muerte.
No está de más decir que estas drogas no son de inicio y que se las consume después de haber probado otras. Tampoco mencionar que la mayor publicidad de esta droga es “el boca a boca”, porque los jóvenes buscan la novedad de manera constante.
Fallecimientos como los ocurridos tras la fiesta Time Warp, en Buenos Aires, ya se habían registrado en eventos similares en Barcelona y en Moscú años atrás. Los decesos se producen o bien porque la droga es impura o porque no se consumió la cantidad de agua suficiente.
Pero este fenómeno tampoco es novedoso en nuestro país. De hecho, en 2014, sólo en el Hospital Fernández de la Ciudad de Buenos Aires hubo 82 muertes por sobredosis y, según el último informe anual del Departamento de Drogas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se detectaron en el mundo más de 400 drogas sintéticas.

¿Por qué los padres estamos anestesiados?
Una sociedad que sólo abre los ojos frente a la muerte es mínimamente una sociedad irresponsable, por no decir cómplice. No nos sirve de nada decir que ya sabemos que hay droga en las fiestas electrónicas como si fuera algo admisible o normal. O peor aún, sabiendo que la hay, debatir el peligro de que vendan «de la mala», como si hubiera «droga de la buena».
La tolerancia a aquello que hace daño, bajo un paraguas de comprensión o de falso cuidado, es una extraña sustancia moral que se mezcló entre los padres hace mucho tiempo y así llegamos a este punto. A que desde las familias nos vayamos convenciendo los unos a los otros que es imposible cambiar o modificar estos hábitos que «coquetean» con la muerte.
Entonces es mejor callar, no tener conflictos y abandonar a nuestros hijos a su suerte.
Está claro que el cuidado fuera de casa no es algo que esté funcionando con mucha eficacia, pero el punto no es seguir mirando hacia afuera. La cuestión hoy es hacernos una pregunta: ¿por qué los padres estamos anestesiados frente a las imposiciones de una cultura de la diversión que nos está matando a los chicos? ¿Qué nos hace pensar que no se puede hacer nada?
Ser responsables es hacerse cargo. Y sí, se puede hacer algo. Para eso es necesario empezar a decir que no, hay que poder postergar el propio deseo, y eso implica madurez y una vida regida por valores.
Los padres ¿estamos a la altura de asumir este compromiso? ¿Es nuestra vida una respuesta coherente a muchos interrogantes juveniles?
Estas muertes nos duelen, porque también son nuestros hijos y nos hacemos cargo.
Basta de indiferencia y autoengaño.
Estamos convencidos de que los padres somos parte de la solución. La vida de nuestros hijos debe ponernos de pie, con una actitud consciente y adulta.
Lic. Clor.Claudia Belda
Especialista en Prevención y Asistencia
de conductas adictivas