FORTALECER UN ESTILO

EDITORIAL Vamos a trazar un paralelismo acerca de los estilos y los procesos. Los saltos a nivel internacional se pueden dar cada cuatro años. Los resultados en los mundiales llegan como consecuencia de los pasos cortos que se dan durante el recorrido y para el fútbol argentino todo, manejarse con disciplina, inteligencia y seriedad debiera ser una constante. No solo para cumplir con los compromisos adquiridos sino también como para fortalecer los intentos internos. Y esto tiene que ver con los registros estadísticos que se han venido marcando repetidamente en aspectos fallidos que, en común, se han sentado en el vestíbulo de las últimas participaciones en las Copas del Mundo. En estos años, para ver realmente fútbol, casi todos, nos remitimos a encender el televisor para deleitarnos con las demostraciones que el Barcelona nos presenta semana a semana. Y observar a sus rivales de turno, que que secillamente se muestran impotentes, que miran sin ver. Hasta tal punto que la diferencia en goles casi pasa desapercibida. Quizás como aquel boxeador groggy que ya no le importa cual es la diferencia en las tarjetas. ¿Es qué juegan a otro deporte?. Y ahí nos convencimos que ese es el fútbol que alguna vez supimos desarrollar en este suelo al que le sumaron la dinámica permanente sin posiciones fijas.
El fútbol que siempre habíamos soñado sin lugares determinados porque se jugaba en todos los espacios sin ocupar ninguno. Los laterales subían y los relevos se hacen con una silenciosa capacidad para efectuar sus funciones, dirigirlas y controlarlas sin ser advertidos. Es decir una mecanización que confunde a quienes ocupan los puestos de delanteros o defensores. Contra Chile y Venezuela ha quedado demostrado que el no trabajar en bloque, ser inteligentes a la hora de decodificar el juego que proponen los rivales, diluye la presencia de un Genio, al no ser explotado en su máxima expresión, que termina convirtiéndose en un pasajero transitorio con los mismos gestos y parecida eficiencia. Entre los 22 protagonistas, existe uno al que hay que abastecerlo siempre, porque es un repartidor a la distancia y a domicilio, un auxilio permanente y un constante director cuyo protagonismo lo ubica por encima de todos los demás. Ni la altura, la presión, el calor sirven en estos tiempos como excusas, que luego casi por decantación terminan aportando letra al torneo doméstico cuando hablamos de la hora de inicio, el disputar dos partidos por semana o elegir una competencia para poner «Toda la carne al asador». Los Catalanes han mostrado en estos tiempos que se puede realizar esa mixtura entre técnica, velocidad, fuerza y destreza en cualquier terreno, bajo la lluvia, nieve o un terreno normal. Es muy difícil rotular a un equipo así, que se escapa una y otra vez de lo que podría suponerse una posición de partida o de base. Pero trabajando se puede. El Seleccionado o en torneo. Ese es  el desafío la intención puesta en el desarrollo, pensando antes para resolver fácil, con o sin la pelota. Fundamentando parte de su éxito en los movimientos para crear espacios libres y poder capitalizarlos después, desde las inferiores hasta la primera division, a buen entendedor….
(DG)