CALLERI: «EL BALANCE GENERAL FUE POSITIVO»

El técnico depende de los resultados. Es el que arma el equipo, el que hace los cambios, el que se para en el corralito de cal, el que enfoca la cámara cuando hay un gol rival, cuándo da una indicación, cuándo mira a sus suplentes. El nombre del entrenador está resaltado con fibrón fluorescente, es lo primero que detecta la ira del resto. Ya con el partido terminado frente a Ferro (Nacional B), GUILLERMO CALLERI, analizó (lo que a nuestro criterio) fue el mejor primer tiempo de los 12 partidos que jugó CAMIONEROS «Creo que vimos lo mismo. En el primer bloque de 35′ arrancamos con ellos dominando, teniendo la pelota, fueron 5′ donde la movían de derecha a izquierda sin poderla agarrar, no tenían peso ofensivo, pero sí la pelota. Después de ese arranque, tomamos la manija del partido, comenzamos a manejar el balón nosotros y fuimos dominadores con tenencias, llegadas, neutralizando el mediocampo de ellos y atacando cuando se creaban los espacios»
El entrenador es el más vulnerable. Y lo curioso es que no depende ni de su capacidad, ni de su trabajo, ni de lo que aporte en el mejoramiento de los jugadores. Sólo del resultado del próximo partido, cosa que no depende sólo de él sino de todo el grupo, aunque sea el principal responsable. Mantener la regularidad todo el partido, es difícil, por eso el segundo tiempo fue diferente «Y…si. En el segundo nos primerearon, metieron un estiletazo entre 3 y 6, con el lateral izquierdo y el carrilero yendo al ataque, nos encontaron desmantelados y convirtieron. Y al final nos vuelven a sorprender, como un calco de esa jugada sobre el cierre del partido. El segundo tiempo les favoreció a ellos, no quizás en tenencia pero fueron más agresivos, cambiaron de un tiempo a otro, Orfila metió dos cambios y le resultó, pero bueno el balance general y final fue muy positivo».
Hay que sacar a los árbitros, que cumplen el rol del villano necesario, señala el periodista Wall de anfibia. Los técnicos, a diferencia de esos hombres, también construyen cariño, pueden convertirse en ídolos, son llevados en andas, les hacen monumentos, y les dedican cantitos y banderas. Pero todo pasa. “Los entrenadores –dijo una vez el italiano Giovanni Trapattoni- son como el pescado: pasado un tiempo, empiezan a oler mal”, pero la historia también marca que hay excepciones y en la coherencia se edifican crecimiento y ascensos, las pruebas están a la vista…